LAS ARMAS DE ESPARTACO
En momentos de máxima arrogancia del imperio, regido por Bush Segundo, es necesario recordar que hoy su propósito principal es borrar de la faz de la tierra cualquier tipo de oposición y de rebeldía en contra de sus planes de dominación planetaria. Por esto, su agresión persistente en contra de los pueblos árabes y por esta causa también se ensaña en atizar la guerra en Colombia.
Los revolucionarios colombianos y todos quienes nos oponemos a la explotación y tiranía imperial debemos ser conscientes que ellos, la elite capitalista mundial, acaba con toda oposición, comprando o eliminando a los rebeldes. Por lo que para salir adelante en esta lucha con un enemigo tan poderoso y pervertido, los guerreros que luchamos contra él debemos dotarnos de armas adecuadas para vencerlo.
Para enumerar el armamento principal del que debemos dotarnos todos los guerreros que nos alzamos en contra de un imperio poderoso, es preciso recordar las enseñanzas de Espartaco, guerrero rebelde que lideró una revolución exitosa de centenares de miles de esclavos en contra del imperio romano hace 20 siglos. Estos imperialistas convertían en esclavos a los pueblos a quienes derrotaban y saqueaban, pero le daban la ciudadanía romana a aquellos mercenarios que luego de vencidos traicionaban a su pueblo y hacían la guerra participando en el ejército romano a cambio de un sueldo. Las investigaciones históricas han servido para que hoy conozcamos el tipo de armas usadas por Espartaco en su lucha contra los esclavistas romanos. Ellas, fueron las siguientes. Casco de servicio social. La primera arma que debemos empuñar con fuerza es el correcto cumplimiento de nuestros deberes sociales, que son aquellos que van más allá de nuestros deberes familiares. Los deberes sociales nos comprometen con la comunidad a la que pertenecemos y con la patria en que nacimos. El capitalismo salvaje nos quiere reducir a que sólo nos preocupemos por buscar una ‘salvación individual’, a que nos sintamos satisfechos con el bienestar individual e indolentes por el interés colectivo y público. A esta lucha mezquina por la felicidad individual debemos oponerle la búsqueda del bienestar y dignidad de toda la humanidad, el esfuerzo por lograr la superación de toda nuestra comunidad nacional y la preservación de los recursos naturales como ahorro para generaciones futuras. Escudo anti corrupción. La siguiente arma que debemos portar es el desinterés al momento de cumplir con nuestros deberes sociales. Si lo logramos iremos en contravía con lo que busca el imperio capitalista, al adiestrarnos a cada uno desde cuando somos niños para ‘sacar tajada’ a cambio de cada esfuerzo hecho por los demás. Este es el veneno que él nos enseña a beber y del que nos volvemos adictos, que no es otro que la reconocida y habitual corrupción en la que se soporta esta vieja sociedad. Hoy en día todos los cargos públicos son apetecidos, no por el servicio que en ellos se presta sino por la gran tajada que allí se puede robar. Los partidos políticos se crecen de acuerdo al acceso que desde ellos se logre a tales puestos. La tan alabada ‘libertad de empresa’ se ha reducido a la capacidad que cada una tenga para sobornar funcionarios y así lograr sus propósitos comerciales. La diferencia entre un grupo de bandidos y una organización de revolucionarios está en que la economía de los primeros se distribuye para ser consumida de acuerdo al deseo individual, mientras que la de los revolucionarios está al servicio del cumplimiento de los deberes sociales y bajo administración colectiva. Espada con voluntad de lucha.
La otra arma propia de los guerreros que buscamos acabar con el imperio capitalista y crear condiciones para desarrollar una nueva sociedad es la voluntad de lucha para cambiar la vieja sociedad en que vivimos. Si contamos con ella haremos realidad otro mundo en el que ‘no sobre gente’, en el que no nos ensañemos contra la naturaleza, en el que toda la humanidad tenga condiciones dignas de existencia y en el que todos los pueblos puedan desarrollarse de acuerdo a su propia determinación.
Tales cambios requieren del empuje de la mayoría de los pueblos del mundo y el esfuerzo constante de varias generaciones humanas. Siendo conscientes que cada generación aportamos una parte del esfuerzo requerido para parir la nueva sociedad que soñamos. Por estas razones la voluntad de lucha se traduce en sacrificio cotidiano y en constancia para buscar tan noble propósito. Nada de lo que hemos acumulado como civilización humana se ha obtenido sin esfuerzo, sin lucha, sin sacrificio y sin constancia. Dispositivo colectivo y organizado.
La lucha por el cambio, para ser efectiva, debe ser colectiva y organizada. Esta cuarta arma es tan poderosa, que es una de las más temidas por el imperio y por ello se empeña a fondo para destruirla. Es necesario hacer memoria de la crueldad con que atacan los paramilitares colombianos todas las formas organizativas comunitarias y como han convertido en objetivo militar a los líderes de Juntas Comunales, de Cooperativas y Sindicatos. Estos mercenarios hoy han cumplido el encargo encomendado por los ricos y tienen desaparecido el tejido social de las comunidades opositoras al régimen de la oligarquía a lo largo y ancho del país. Con el mismo propósito eliminaron a millares de activistas de la oposición y a sus organizaciones políticas desde finales de la década de los 80.
Hoy, en la práctica sólo la insurgencia hacemos una oposición sistemática al régimen, porque las demás formas organizativas populares mediante el genocidio fueron desaparecidas o debilitadas al extremo. Así podemos comprender mejor el esfuerzo actual del imperio y de sus testaferros colombianos para adelantar planes tendientes a hacernos desmovilizar a los guerrilleros y se entiende la sorpresiva generosidad de las ofertas que hacen a quienes dejen de estar alzados en armas en contra del régimen. El fin es uno solo, dejar al pueblo sin formas colectivas y organizadas de lucha, para obligarnos a cada uno a luchar individualmente por la supervivencia y a resistir solos la explotación y tiranía imperiales.
Rayos de identidad.
Esta, la quinta arma, es la más contundente, a ella debemos aferrarnos cada guerrero hasta el último segundo que tengamos de vida. No la debemos abandonar jamás, por más crítico y riesgoso que sea el momento que enfrentemos. Se trata de preservar nuestra identidad como explotados y como revolucionarios, de estar siempre al servicio del interés popular, de luchar de por vida al lado del pueblo, de las mayorías nacionales, de los desheredados, de los que no tienen voz y no cuentan con oportunidades para salir adelante en la vida. Esto significa nunca cambiarnos de bando, nunca alquilarnos al imperio de los ricos, nunca actuar en contra del pueblo y de sus fuerzas organizadas. En una palabra, se trata de nunca traicionar el interés de los pobres y de ser siempre fieles a su lucha.
Con esta arma en porte, siempre estaremos disponibles para luchar por los cambios que necesitan Colombia y el mundo actual. Ella nos permitirá ofrecer una férrea resistencia y oposición a la tiranía y explotación imperiales. Así mismo, el uso correcto de esta arma nos preserva de dejarnos comprar y atemorizar por los ricos capitalistas. Como quien dice, gracias a esta arma saldremos del conformismo y dejaremos atrás momentos en los que hayamos sufrido con resignación la dominación imperial. Herramientas de construcción.
Un buen guerrero no lucha solo contra el imperio, también debe contar con una caja de herramientas para construir simultáneamente sus propias fortificaciones y la fuerza necesaria para sacar adelante la causa de los pobres. Entre las principales obras que debe hacer está la unidad de los revolucionarios, además de tenderle puentes a todos los aliados que sea posible y hacer casa común con todos los millones de amigos que debemos ganar para hacer posible el nacimiento de la nueva sociedad.
Se trata de construir las propias bases de apoyo y a la vez ayudar a construir las de todas las causas humanistas. Todas estas construcciones, las propias y las de los vecinos, constituyen fortalezas desde donde haremos una lucha más eficaz en contra de la tiranía y el saqueo imperiales.
La incorporación y promoción de nuevas generaciones de luchadores populares es la principal construcción humana de la que somos responsables todos los guerreros actuales. Es la obra educativa en donde el guerrero se reproduce y forma a sus herederos por medio del ejemplo personal y de transmitirles las enseñanzas que se han ido acumulando en las distintas luchas de liberación de los pueblos del mundo. Bálsamo anti desgaste.
Como todo secreto de guerra, esta séptima arma nos permite a los guerreros neutralizar el desgaste propio de los combates que debemos librar a diario. Tal desgaste nos afecta pues la confrontación consume parcialmente nuestras fuerzas físicas, sicológicas, mentales y morales. Debemos ser concientes que luchamos contra un imperio poderoso que ha refinado sus métodos criminales a lo largo de cientos de años de destruir a sus opositores, y en esta refinación es que está su perversión al momento de atacar y saquear a los pueblos del mundo. Conocer sus artes maléficas hace parte de la medicina preventiva necesaria para no dejarnos desgastar por sus perversos ataques.
Cuando se libra una guerra como esta, el imperio nos ataca de múltiples formas. Entre ellas está la guerra que busca desinformar y desorientar al pueblo y a los revolucionarios, la cual libran a través de los medios masivos de comunicación. Otro frente se encarga de atizar la división y las disputas entre los sectores populares y de la insurgencia. La infiltración de mercenarios al servicio del imperio dentro de las filas opositoras y rebeldes es otra de sus armas predilectas, junto a la compra de conciencias y el fomento de la traición a la causa de los pobres. También son aficionados a la realización de crímenes ejecutados como ‘operaciones encubiertas’ hechas a nombre de organizaciones populares con la finalidad de desprestigiarlas.
Con las operaciones militares propiamente dichas el imperio busca bloquear, aislar y pulverizar los acumulados revolucionarios en todas las regiones de Colombia; con ellas se ensañan en las retaguardias sociales y geográficas de la insurgencia, para eliminarlas o por lo menos desgastar la voluntad de lucha de quienes nos oponemos frontalmente al dominio imperial. El bálsamo anti desgaste que se debe aplicar en estos casos está compuesto de un trabajo diario de información y formación, con el que se moralice a todos los luchadores populares, a la vez que se aplacan las pequeñas tensiones cotidianas dentro de los grupos populares y revolucionarios.
Otro ingrediente clave de este bálsamo es la adecuada reposición de fuerzas por medio del descanso y la recreación, así como con la formación de los sucesores de los actuales guerreros. Ellos deben tomar el relevo de nuestros puestos de lucha cuando nosotros ya no podamos estar en la primera línea de confrontación por causas propias de esta guerra.